jueves, 26 de enero de 2012

Capítulo Once: Crecer

Cuando somos chiquitos y en la primaria o el jardín nos hacen practicar la famosa "germinación del poroto" no paramos de asombrarnos con cada brotecito nuevo, cada hojita minúscula que conformará nuestra planta. No estoy queriendo decir que particularmente seamos un par de porotos pero... tampoco está tan lejos la idea.
Mirate ahora. Ya. Parate, acercate al espejo más cercano que tengas y mirate a los ojos. A vos mismo... A esa persona a la que no le podés mentir ni de la cual podés esconderte. ¿Estás conforme con lo ves? ¿Te ves como un proyecto a vos mismo o como un rejunte de muchas cosas que a veces tienen que ver y a veces no?
Porque la conclusión de mi día es esa: crecer es verte como un proyecto. Es querer estar en un lugar y mover hasta la última mitocondria para conseguirlo. Nadie dice que sea hoy o mañana. pero tener un norte (que bien puede ser el sur). La barba o las tetas vienen solas, pero... ¿Estás tomando tus propias decisiones?
Cada minuto es hermoso y necesario. Si te encerrás y ni siquiera te asomás a la ventana a ver qué hay afuera, se te escapan esos segundos que podrían cambiarte la vida.
Crecer es tomar conciencia de que tu vida es tuya, de que tenés la obligación y el derecho de disfrutarla, de compartirla, de llenarla de colores, música, sabores, textos, imágenes, texturas...
Tu vida es ahora y nunca más.
Crecé, para poder vivirla.